El Sufrimiento no Existe, lo Crea tu Mente
Dec 04, 2022¿Alguna vez has pasado horas y hasta días sintiéndote culpable por un error que cometiste? Puede ser cualquier tipo de error, desde algo mínimo hasta una equivocación que te hizo perder una amistad importante, o que hirió profundamente a un ser querido.
Los errores suceden todo el tiempo, y todos los cometemos. La diferencia es que algunas personas sacan lo mejor de estos errores para aprender de ellos y crecer, mientras que otras se quedan pensando en ellos, lamentándose aunque ya no pueden hacer nada al respecto.
Déjame ponerte un ejemplo. Imagina que sales de casa un día al trabajo, vas en el coche y pasas por una vía que están reparando, así que un tramo de la carretera no está terminado. De hecho, está muy inestable, pero tú no lo sabías porque hacía mucho que no pasabas por ahí.
En tu desconocimiento, no ves una grieta reciente y una rueda de tu coche cae en ella, quedando inmovilizado y además causando un daño a la carrocería.
Como resultado, te ves obligado a llamar una grúa, encima llegas tarde al trabajo y tu jefe te cuestiona.
En un caso como este, sería normal que te sientas fatal y no te detengas ni siquiera a preguntarte qué pasó realmente. En lugar de parar un momento y pensar en lo que ocurrió, es muy probable que te culpes, sientas ira y frustración por haber elegido esa calle habiendo otras opciones para llegar al trabajo.
Pensamientos como: “Soy un idiota”, “Debí conducir más despacio” o “Debí cambiar de ruta cuando vi que estaban en reparaciones” son algunos ejemplos de lo que podría pasar por tu mente en una situación así, pero ¿sabes? Lo que pasó es lo único que podría haber pasado.
Hay muchos patrones de pensamiento y malos hábitos detrás del sufrimiento, pero creer que algo distinto a lo que ocurrió podría haber pasado si hubieras actuado diferente es una de las razones por las que un evento fortuito se convierte a veces en un recuerdo traumático.
El otro problema, y que va de la mano con lo anterior, son las interpretaciones subjetivas de los hechos. Cuando ves lo que pasó como una definición de tus capacidades (o incapacidades), destruyes tu autoestima y confianza, y emprendes tu camino personal al sufrimiento.
La diferencia entre las interpretaciones objetivas y subjetivas
Tal vez hayas leído una frase de Buda que dice: “El dolor es obligatorio, pero el sufrimiento es opcional”.
Esta reflexión se trata de entender la diferencia entre los hechos y las interpretaciones, y más específicamente, entre las interpretaciones objetivas y subjetivas.
Siguiendo el ejemplo del coche averiado, la interpretación objetiva del hecho sería que ibas conduciendo, no sabías que la calle estaba en tan mal estado, no viste la grieta y una rueda de tu vehículo cayó en ella.
Esto es lo que pasó. Es lo que otras personas hubieran visto si estuvieran prestando atención a tu coche justo cuando ibas pasando. Pero luego está la interpretación subjetiva de los hechos, y esta es la responsable de nuestro sufrimiento.
Hay una voz pesimista en tu cabeza que se aprovecha de situaciones desafortunadas para que pierdas confianza en ti mismo. Esa voz te dirá que eres un tonto, que mereces que te pasen cosas malas y que ahora seguramente te van a despedir por haber llegado tarde.
Lo gracioso y a la vez preocupante de todo esto es que le creemos a esa voz, a pesar de que nada de lo que dice se puede comprobar en el momento. Esa vocecita negativa solo especula sobre cosas que no podemos ver ni validar, pero que son un reflejo de nuestros miedos.
Por eso, la diferencia entre las interpretaciones objetivas y las subjetivas es que el primer tipo sí describe la realidad, habla de lo que pasó, mientras que el segundo tipo no es más que una ilusión desagradable.
¿Cómo encontrar la solución al sufrimiento?
Dejar de sufrir es más simple de lo que parece si somos capaces de silenciar a la voz pesimista en nuestra cabeza.
Es como despertar de una pesadilla. En los segundos previos, estás convencido de que todo es real, pero cuando abres los ojos te das cuenta de que solo era una fantasía y dejas de sufrir por ello.
Así mismo, la mayoría de nuestros problemas no son reales. Nos preocupamos antes de tiempo solo porque le damos crédito a las interpretaciones subjetivas, cuando podríamos tener mucho más éxito en la vida enfocándonos en lo que está pasando a nuestro alrededor aquí y ahora.
Para cambiar esto, debes darte cuenta de que la solución al sufrimiento está en tu cabeza, no en el exterior. La culpa, la ira, el arrepentimiento, la frustración… Todos estos sentimientos negativos no son algo que debas solucionar cambiando el mundo o viajando en una máquina del tiempo para modificar el pasado.
La solución está en desacreditar tus interpretaciones subjetivas, dándote cuenta de que es tu propia “voz interior negativa” intentando desequilibrarte.
Estoy seguro de que este es uno de los descubrimientos más importantes que harás en la vida, porque entonces lo que otras personas piensen o digan ya no te afectará. Vas a recuperar la autonomía de tus pensamientos, y los eventos externos dejarán de condicionar tu felicidad.
¿Cómo llevar todo esto a la práctica? Te compartiré 3 pasos muy breves y fáciles para ser más consciente de las interpretaciones subjetivas que tienes en el día a día, y convertirlas en oportunidades para mejorar:
1. Cuando algo malo te pase, luego de haberlo asimilado y haber sentido todas las emociones que el hecho te genere, pregúntate: “Objetivamente, ¿qué es lo que acaba de pasar?”
2. Responde a esta pregunta sin emociones de por medio. Una forma de hacerlo es describir el hecho como si fueras un observador externo, alguien que pasaba por ahí y vio lo que pasó, pero que no conoce a los implicados ni sus sentimientos.
3. Cuando tengas la descripción objetiva de los hechos, compárala con lo primero que pensaste o sentiste cuando ocurrió el evento. Examina tus emociones, pensamientos y reacciones: ¿son justificables? ¿En realidad lo que pasó era para tanto? ¿De verdad fue tu culpa?
Comienza a hacer este ejercicio con frecuencia y empezarás a notar cómo tu autopercepción va cambiando. No solo dejarás de ser tan duro contigo mismo, también dejarás de sufrir por cosas que no valen la pena, habiendo tantas razones en tu vida para estar feliz y agradecido.
Fuente: Seiiti Arata